El ejército más grande del mundo

Dos pseudos turistas norteamericanos de treinta y cinco años años promedio, pelo corto, chomba, pantalónes claros, gafas de sol y relójes deportivos, empuñan armas de guerra de alto calibre a unos metros de otro hombre más formal, a su alrededor, un mediodía en Bagdad. Mostrando un claro enfoque documentalista y sin emitir juicio de valor, la nota que me atrapó describía lo que se denomina Civil Contractors.


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A finales de la década del ochenta, el gobierno norteamericano decidió recortar costos en seguridad de estado y tercerizar la protección de algunos objetivos clave para la administración de aquella época. Así fue como algunos de los más altos funcionarios de la C.I.A. la N.S.A(Agencia de Seguridad Nacional) o del mismisimo Pentágono pasaron de la administración pública a la privada, creando empresas para prestar servicios a sus antiguos patrones y haciendo todas juntas el ejercito más grande del mundo en la actualidad. Al igual que Estados Unidos, Rusia y el Reino Unido entre otros, desarrollaron este mismo esquema de defensa.



El mundo de los Civil Contractors tiene ya en Irak 800 bajas y contando, el riesgo a cada centímetro de un recorrido, siguiendo a un vehículo lleno de provisiones para entrar a la Green Zone en Bagdad antes que los “insurgentes” ataquen, se cotiza entre 3000 y 4000 dólares la semana, y esa cifra vale tal vez el riesgo.

Las empresas participan de licitaciones por las cuales adquieren nuevos puestos de seguridad, una base militar, oficinas en algún país lejano o proteger a los empresarios, políticos, ingenieros y técnicos relacionados al petróleo que deben recorrer las ciudades de Irak.
Personajes bélicos al márgen de los ejércitos oficiales, con los mismos privilegios y sin mezclarse. Exposición pública de armas de altísimo poder, vehículos blindados con carteles de “mantenga distancia” en varios idiomas y por sobre todo, licencia para matar, la de verdad, la reál.




Las guerras actuales son distintas a lo que uno imagina, nuevos patrones y perfiles, según cual sea el negocio. Un Mercedes Benz S 430 de finales de los noventa blindado lleva a un posible target por una ciudad en guerra, lo acompañan dos Civil Contractors, un conductor entrenado nativo (siempre usan conductores que sean del país de la operación) escoltados por dos Chevrolet Suburvan blancas, una adelante y otra atrás, también blindadas, llenas de ojos atentos a cualquier individuo que ose utilizar un celular a menos de 50 metros. Esto es un convoy denominado de bajo nivel, que significa de bajo riesgo. La cosa cambia radicalmente si el peligro es superior, dejan el precioso Mercedes en casa y utilizan vehículos denominados de alta carga. Las fotos son el reflejo de una operación de este tipo, llamadas alto nivel, en un convoy de esta índole nadie se puede cruzar, utilizan pulsos electromagnéticos para interferir cualquier dispositivo electrónico listo para servir como detonador, desde las torretas vigilan los laterales de una ruta, un jefe de comunicaciones informa del transcurso del evento mientras son monitoreados satelitalmente en todo el recorrido. Al cruzarse con el ejercito no saludan, no se miran, ni siquiera pestañean, como un papá de familia al entrar a un supermercado.



Los números de este negocio son intangibles para cualquier empresa grande promedio de este planeta, estamos hablando de diez y hasta once ceros en el volúmen del mercado, pero eso en este caso no me importa, sólo me interesa mirar por un agujero las cosas de las que no se hablan. No conozco Irak, quiero conocerlo como quiero conocer cada centímetro de este planeta, no conozco a un Civil Contractor, me imagino que no se deben considerar parte de los problemas sino más bien de las soluciones. El mundo no me deja de sorprender, más complejo, más abstracto, más invisible.