lunes, septiembre 24, 2007

El que no está a la moda no existe.



Permitanme ese titulo, es obvio que busca captar la atención, necesito ayuda porque el tema no es simple. En los ultimos días, entre charlas de ocio, lecturas, paseos y búsquedas, un eje se hizo visible: la capacidad de construcción y destrucción que la moda tiene como máximo alcance.


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Encontré en el discurso de un tanguero experto el principal motivo, a su consideración, de la muerte del tango después de la fabulosa decada de esplendor que se impuso quince años allá entre los años cuarenta y cincuenta, el pibe de Moreno en Provincia de Buenos Aires se podía vestir igual que el pibe de Barrio Norte. El caudal de melancolía del tango se devaluó frente a la oferta del rock, el primero unía los cuerpos en uno, el segundo los separaba, mostrando como leit motiv el individualismo intrínseco de nuestra raza humana.
Hoy la música electrónica acá en Buenos Aires deja paso aparente una vez más al rock, no el incomprendido y oxidado de los últimos tiempos, sino a uno más cinematográfico, límpio, cercano a algún reducto brit o un garage de algún suburbio entre Los Angeles y San Francisco. Y allá va, despacio pero sin pausa invadiendo los gustos, por no decir la oferta, indumentaria, publicidad, esterotipos, como si la masa no se diera cuenta de que la moda cambia. Quiero saber quien va a ir este año a la Creamfield, cuando hace ya tres o cuatro que esta de capa caída.
El público no se renueva ni recuerda, el ¨ritual diario de vestirse crea identidad¨ como dicen las páginas de moda del New York Times de ayer, Ona Saez cambió el punto de venta de Unicenter dos veces en un año y medio pasando de la lucha social a la Guerra de las Galaxias, para terminar en la lucha por el medio ambiente como bandera promocional.

Lo cierto es que la moda es fácil de odiar, sin embargo con un poquito de distancia es posible contemplar una máquina artística y económica implacable que refleja deseos, miedos y poderes al servicio de los analistas, que observan aristas del mundo 2.7 en el que vivimos.
Haciendo caso omiso a los dichos de amor/odio de Miuccia Prada sobre la moda puedo afirmar que debe estar felíz de seguir apostando a su maquinita, creadora de bolsas plásticas con logotipos de metal triangulares, está trabajando en un solo objetivo, que Prada Spa cotice en bolsa, con un valor estimado de 4.000 millones de euros, operación en manos de su marido, Patrizio Bertelli. Todo sigue en movimiento, simple a la vista y profundo, cómo nos vamos a diferenciar de los que se sientan al lado nuestro en el restaurant de moda al que concurrimos es el dilema, tal vez con un mejor automovil, como en los Estados Unidos, que hoy existe la tendencia general de no pagar los créditos hipotecarios pero estar al día con los préstamos automotrices y las tarjetas de crédito.

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