martes, enero 20, 2009

Jon Favreau, el chico detrás del discurso de Barack Obama

Mientras miro las imagenes de la gente esperando por Obama en Washington me emociono al pensar que deben sentir cada uno de los involucrados al saber que algunas de las palabras que se dirán quedaran tal vez grabadas en un marmol eterno algún día, como parte de la historia.

Si hay algo de mi trabajo que me gusta es saber que cada palabra organizada de una determinada forma tiene resultados determinados, y a lo largo de los años pude hacerme, y sigo haciendome, de algunas herramientas que van perfeccionando algo que llamaria "angustia oral ordenada".

La idea es desprenderse de un guión pero ejecutar como si estuviera leyendo un papel, es dificil pero alcanzable y cada vez aprendo más y más mirando y/o escuchando al interlocutor, donde está el secreto. Lo que viene a continuación me inspiro hasta los huesos y es un buen día para contarlo, mientras millones esperan al nuevo presidente estadounidense.

La historia se remonta a un caluroso verano cuatro años atrás en Boston. Detrás del escenario de la convención, un senador ensaya su discurso mientras un chico de 23 años lo observa atentamente y no duda en aconsejarle que suprimiera una frase porque le parecía redundante.

El senador era Barack Obama. Y el discurso que ensayaba era una pieza brillante que iba a marcar un antes y un después en la política estadounidense. La historia de Jon Favreau como gran escritor comenzo en ese momento, al atreverse a hacerle aquella sugerencia.

Favs, como lo llaman sus amigos trabajaba por aquel entonces para el candidato democrata John Kerry. "Obama me miró un poco confundido, como diciendo ¿quién es el nenito éste?", declaró Favreau en diversos medios. Al siguiente año Favreau se quedó sin empleo y solicitó una entrevista de trabajo con Obama para trabajar como escritor de discursos del senador.

Tras media hora charlando sobre la familia y el béisbol, Obama le preguntó cuál era su teoría sobre los discursos. Y Favs, que apenas acababa de graduarse en Ciencias Políticas en la Universidad Holy Cross de Worcester, en Massachusetts, le dijo algo que me parece absolutamente brillante: "Un discurso puede ensanchar el círculo de personas a quien le importa esta cosa. Es como decirle a la persona que ha sufrido: 'Te escucho. Incluso aunque estés decepcionado y cínico respecto a la política del pasado, porque tienes buenas razones para sentirte así, podemos ir en la dirección correcta. Sólo concédeme una oportunidad". Obama se la concedió a Favs. Él hizo lo mismo con Adam Frankel, de 26 años, y Ben Rhodes, de 30, que trabajaron a sus órdenes en la campaña. Y juntos se encargaron de buscar las mejores palabras de aliento en una época desalentadora.

Semanas antes de las vacaciones de Navidad, Obama y su consejero David Axelrod se reunieron en Chicago con Favreau para darle las directrices de lo que tenía que ser el discurso. Favreau estudió los discursos inaugurales de otros presidentes, se reunió con Peggy Noonan, redactora de los discursos de Ronald Reagan, encargó a un miembro de su equipo que estudiase las alocuciones presidenciales en tiempos de crisis y a otro que entrevistase a varios historiadores.

Favreau prefiere seguir siendo Favs, el pibe que se lleva la compu a Starbucks, escribe desde ahí mientras se comunica con sus amigos por Facebook, se compro un monoambiente en Washington y solo tiene un colchón inflable, y que durante la campaña electoral declaraba que no tenía novia y que mucha gente, cuando le preguntaba a qué se dedicaba, no creía que fuese el escritor de Obama.

En minutos se oira el discurso de Barack Obama en el Lincoln Memorial, millones de personas reunidas para oírlo, un discurso que durará 20 minutos y en el que este hombre trabajado más de dos meses.

No hay comentarios.: